Cuando se desarrolla un desgarro o agujero en la retina el líquido de la cavidad vítrea pasa por él, acumulándose debajo y separándola de la pared del ojo. Esta separación se llama desprendimiento de retina, y cuando esto sucede se pierde la visión, quedándose el ojo ciego si no se trata a tiempo.
Como la mayoría de los desgarros comienzan en la periferia de la retina, lo primero que el paciente nota es la pérdida del campo de visión lateral o periférica, desarrollándose lentamente una sombra o cortina proveniente de los lados, arriba o abajo. Una vez que el desprendimiento comienza, toda la retina eventualmente se desprenderá, con pérdida total de la visión del ojo afectado.
¿Quiénes padecen de desprendimiento de retina?
Estadísticamente cada año la incidencia es de un caso por diez mil habitantes. Algunas personas tienen mayor probabilidad que otras de desarrollar el desprendimiento tales como: los operados de catarata, aquellos con alta miopía, historia familiar de desprendimiento de retina, traumatismos e infecciones de globo ocular, o aquellas personas que previamente tuvieron un desprendimiento en el ojo contrario. Los pacientes que presentan áreas de adelgazamiento anormal de la retina (degeneración lattice) tienen un mayor riesgo. Los pacientes sometidos a cirugía de catarata, tienen de 1 a 2% de probabilidades de desarrollar un desprendimiento aunque la cirugía haya sido exitosa y sin complicaciones.
Cualquier persona en este grupo de alto riesgo debe ser sometida a un minucioso examen (con dilatación de la pupila) del fondo del ojo y atendido inmediatamente si desarrollan súbitamente relámpagos ("flashes"), puntitos negros en la visión ("floaters") o pérdida de la visión periférica.
Aún cuando quirúgicamente la retina haya sido aplicada exitosamente a su posición anatómica normal, esta condición todavía causa pérdidas severas de la visión. Por lo tanto, el tratamiento profiláctico en los pacientes de alto riesgo, puede evitar o reducir la posibilidad de un desprendimiento de retina.